por Alejandro González Ormerod Que Mary Shelley haya sido adicta al té no sorprende absolutamente a nadie. El té fluye tan profundamente en la historia y las venas de los ingleses al tal grado que numerosos académicos serios proponen que este estimulante fue uno de los mayores propulsores del desarrollo económico del Reino Unido.
¡Y vaya que es adictivo este brebaje caliente de hojitas cafeinadas! Al llegar a Kissingen, Alemania, el 21 de junio de 1842, Mary procura con desesperación conseguir una tetera y los insumos necesarios para prepararse una taza a como de lugar. Sin embargo, los pueblerinos no la comprendan y en sus diarios narra cómo se tuvo que dar a entender por medio de gestos y muecas hilarantes. Todo se desarrolla de manera muy picaresca; todos ríen y —más importante— los turistas ingleses logran conseguir su té. Diversión toda muy saludable y en familia. Pues no. Ya que, como todo en la vida, hay un lado más oscuro al té negro y tiene todo que ver con el momento histórico en el que Mary escribe en su diario: Justo en el momento en que ocurría esta graciosa escena en Alemania, se estaban disparando los últimos tiros de la Primera guerra del opio (1839-42), en la que el gobierno británico “defendió el derecho” de sus comerciantes a vender esa otra droga que le da nombre al conflicto. Vender opio en china en ese momento era ilegal (tal como en Inglaterra) pero a los ingleses no les importaba eso. Ellos le entraban al narcotráfico para asegurar cantidades suficientes de esa otra droga por la que intercambiaban el opio; el famoso té negro de China...
3 Comments
Edith
5/6/2019 10:41:14 pm
As a good English woman Mary's tea addiction was surely for the Indian brew although perhaps she interspersed the addiction with the occasional Lapsang souchong.
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10/6/2022 01:31:00 pm
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February 2020
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